5.10.14

"EL ARBOL DE LA VIDA"
Conferencia




   Echó, pues, fuera al hombre, y puso al oriente del huerto de Edén querubines, y una espada encendida que se revolvía por todos lados, para guardar el camino del Arbol de la Vida (Gn 3:24).

   Quien afirma en el ara sacra de su corazón al Señor de Perfección y obtiene el maná del desierto consigue el privilegio de comer de los frutos del Arbol de la Vida. Anhelamos al Salvator Salvandus.

El verdadero Kabalista sólo se mueve bajo la Voz del Íntimo.






   El Arbol de la Vida encierra entre los misterios de sus Sephiroth el conocimiento del regreso a la morada del Padre de todas las Luces, el Anciano de los Días. Hace muchos millones de años, cuando los humanos éramos hombres, nos alimentábamos con los frutos de este Arbol Sagrado. En esta fase Adam-Eva de la humanidad, ya para entonces como individuos de género diferenciado, éramos aún ajenos a los peligros que acechan desde los inframundos. Vivíamos bajo la dirección de los grandes rectores de la humanidad y laborábamos en estado de gracia para conquistar los Sephiroth que nos faltaban.

   Pero al probar el fruto del único árbol que se nos dijo que no comiéramos, abrimos las puertas de nuestros mundos psicológicos a las fuerzas que moran en los Abismos sin estar preparados para ello. Conocimos entonces el bien y el mal, y atrapados en la dualidad, las fuerzas de las tinieblas comenzaron a gobernar nuestros procesos psicológicos. Así, y para que la oscuridad no se perpetuase a través de nosotros a esferas superiores, ascendiendo por los Sephiroth de nuestro universo psicológico interior, quedó el acceso al Arbol de la Vida protegido a espada y fuego para nuestro dolor, perdiendo nosotros a su vez lo que ya teníamos conquistado y siendo expulsados de esta morada dimensional o paraíso.


   Hasta hoy, todos nosotros estamos pagando este error olvidado. Repitiéndolo sin conciencia de ello, hemos quedado esclavos por completo de las fuerzas ocultas del Averno, que nos roban nuestra luz y nos condenan al sufrimiento del destierro. No niego la dificultad que entraña en estos días tan especiales, conseguir acceder a la entrada que permite alimentarse del Arbol de la Vida. Pero la pareja, como pareja original Adam-Eva, si logra seguir los mandamientos de la Ley divina, tiene una oportunidad. El Padre que mora en secreto, en su misericordia, envía al rescate de los hijos que lo prefieren a Él, al Salvador, al Mediador, al que abre el camino de la Verdad y la Vida. Quien con su ayuda, logre encender el candelero en la primera iglesia de su columna espinal ya se gana el derecho de empezar a alimentarse con los frutos del Arbol de la Vida.


   El conocimiento profundo y el trabajo en la Cruz, son imprescindibles. El cruce reiterado de las energías positiva y negativa enciende las luces que iluminan el Camino. Beber del Maná o Mercurio de los Sabios en el Altar del Amor y convertir el corazón en un Ara Sacra de adoración al Hijo Unigénito de Dios, hasta lograr su nacimiento en el pesebre interior, es para pocos.


   A día de hoy, nuestras almas vagan errantes por este valle del Samsara sin más esperanza que la de ser dignos a los ojos del Salvador. La Sephira Chokmah es la única que nos puede ayudar a regresar, Vishnu, el Cristo.