5.10.14

"EL EGIPTO ESOTERICO"
Tertulia



   Esa fue la época en que las Esfinges llamaron a los hombres a la concordia, esa fue la época grandiosa en que los Sacerdotes de Egipto anunciaran con dolor lo que había de acaecer en la Edad de Hierro; todavía recordamos las palabras del Sacerdote de Sais, cuando decía a Solón: “Solón, Solón, ¡ay hijo mío!, día llegará en que los hombres se reirán de nuestros viejos jeroglíficos y dirán que nosotros los antiguos adorábamos ídolos”...

   Ahora lo venimos verificando con exactitud, y cuando de entre las profundidades de la tierra sacamos una pieza arqueológica  para ser estudiada, y cuando investigamos en las pirámides de Teotihuacán, y cuando leemos los extraños jeroglíficos de los Mayas o de los Egipcios, nunca falta alguien que diga que “los antiguos adoraban ídolos”... Así, la profecía del Sacerdote de Sais se ha cumplido.
Samael Aun Weor







   Egipto, tierra de faraones. Ellos eran mediadores entre su pueblo y los Mundos Superiores. Los sacerdotes de los templos dirigían con mano firme los pasos de aquellos osados que intentaban avanzar por el camino esotérico y oculto hasta llegar a Osiris. El faraón que llegaba a encarnar a su dios dentro de sí mismo se convertía en un Osirificado y estaba obligado a portar el buitre sagrado en su frente, al lado de la cobra. Todo faraón que lograba levantar sus fuegos espinales, tenía que mostrar necesariamente en la frente el símbolo de la cobra, poder ígneo éste que limpia el canal medular de energías densas y oscuras.

   El pueblo egipcio vivía rodeado de espiritualidad, como todas las grandes culturas del pasado. Para el hombre moderno todo puede quedar en supersticiones, pero para ellos eran hechos comprobables. Existían escuelas en los templos donde los que se consideraban preparados podían ingresar y si superaban las pruebas necesarias, avanzar en los estudios esotéricos de los mundos internos hasta conocer directamente y cara a cara a los dioses.

   El antiguo pueblo egipcio originalmente no era ni politeísta, ni monoteísta, sino ambas cosas. Sabían que Dios era uno y que todos potencialmente nos podemos convertir en dioses. El conocimiento egipcio venía del pasado, de los antiguos moradores de esas tierras, y a su vez de los moradores del llamado continente Atlante.

   La Tierra ha sufrido cambios y aun más ha de sufrir. Los habitantes de los tiempos modernos viven ajenos al conocimiento antiguo. Solo unos pocos tratan de seguir los mismos pasos, la unión íntima de lo humano con lo divino. Para ello el hombre ha de bajar al inframundo y vencer todos sus obstáculos, debe limpiar sus mundos infraconscientes particulares.

   Los sacerdotes egipcios conocían los procedimientos para manejar las energías ocultas a los ojos físicos, conocían el manejo de los elementales y sabían de la disposición adecuada de los templos para aprovechar las energías telúricas y del cosmos. Disponían de tecnología avanzada en el diseño y la construcción de templos y pirámides. Las pirámides potencian la energía del cosmos y facilitan el desarrollo interno del hombre. La esfinge y las pirámides de Gizeh son más antiguas que la cultura egipcia conocida.

   Hoy, el ser humano dispone de tecnología avanzada, pero no del nivel de “ser” necesario para usarla. Nos han dejado ya a nuestra suerte. Antes nos cuidaban como se cuida a un niño para que no se haga daño a sí mismo. Ahora, inevitablemente, tocan cambios. Antiguos iniciados egipcios están aquí para ayudar. ¿Está la humanidad ya madura para la recogida de la cosecha?




Día: Jueves 19 de noviembre 2015 de 20 a 21:30 h.
Lugar: «LA CASONA»
C/ De Greses, nº 4. Benimaclet. Valencia.

CONSUMICION MINIMA 2'50 €